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El Mundo/ UVE / LAS PERLAS (5-8-04)

"TODO NOS CABE, NADA NOS LLENA"

Leopoldo Alas
La nave Messenger inicia su viaje de siete años hacia Mercurio, en un desesperado intento de contactar con los dioses, que ya no nos toman en serio. ¿Por qué iban a hacerlo si somos una especie que no se respeta a sí misma? Nadie respeta a nadie y menos ahora que en la actualidad se solapan el rosa y el negro. La onda macabra se inauguró con la muerte de Carmina Ordóñez y continúa con los rumores sobre el estado de salud de Rocío Jurado, convaleciente en la UCI tras una operación de diez horas que, según dijeron los familiares, ha sido un éxito, a la espera de un parte médico que, en el momento de escribir esta columna, no se ha hecho público. Pero había que ver a los depredadores, en este caso no del corazón sino de la vesícula, especulando sobre si la Jurado tendrá cáncer o qué tendrá cuando no lo dicen. A Mila Ximénez no le extrañaban las especulaciones puesto que la cantante “es un personaje público dentro y fuera del hospital”. Como diciendo: que pague por ser famosa. En su rol de aristócrata vividor con valores del despotismo ilustrado, Lecquio arremetía contra la incultura de la gente que todavía estigmatiza el cáncer como si fuera un castigo de los dioses y proponía, frente a ese oscurantismo, el ejemplo que ha dado la familia del ex presidente Suárez a la hora de afrontarlo. Decía que “lo primero que hay que hacer es asumirlo”. Pero en caso de que lo padeciera, no parece que la Jurado se esté escondiendo cuando en la clínica madrileña han habilitado cuatro habitaciones para las visitas. No quisiera yo caer en las garras de estos comentaristas, ni en la salud ni en la enfermedad. El dolor y la muerte, que antes se trataban en secciones más serias, digamos, han invadido el mundo del corazón (en un puño, habría que añadir), lo cual no significa que no sigan siendo temas estrella de la actualidad internacional. Del dolor se informa con la misma ligereza con que se infringe, a menudo con alevosía, como la soldado torturadora de la policía militar de EEUU Lynndie England, un símbolo de la ignominia. Ella ha declarado que obedecía órdenes. Otra cosa es que luego lo pasara en grande sacando fotos de sus víctimas humilladas. Por eso es fundamental que los artistas se posicionen claramente como hace Nacho Duato en su último trabajo, Herrumbre, con el que intenta despertar las conciencias frente a la indiferencia que provoca el horror de la tortura. Los periodistas no parecen tan dispuestos, y menos estos contertulios que viven de hurgar en las heridas. Somos unos seres crueles, ávidos y vacíos y esto no hay mensajero que lo remedie.

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