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ARTÍCULOS DE "EL MUNDO". Sábado 3 de abril de 2004

El Mundo/ M2/ Corazón de Madrid / Viva la vida

Hemos vivido un invierno en primavera / Lo invernal lo pone un talante que el terreno de lo profesional basa sus prohibiciones en criterios morales / El desaparecido programa de Lorena Berdún era un éxito desde todos los puntos de vista

ME LO DECÍAS Y ME LO HAS DEJADO DE CONTAR

Leopoldo Alas
Comentaba Boris Izaguirre, saliendo de una fiesta en casa del pintor Jorge Cardarelli, que hemos vivido un invierno en primavera o, como diría mi compañero de radio, el botánico ilustrado Pepe Plana, el tiempo de “las heladas tardías” (qué título tan bueno). Lo invernal lo pone también un talante que en el terreno de lo profesional basa sus prohibiciones en criterios morales. Me refiero a una moral y a una prohibición concretas. La audiencia es el primer fundamento de las cadenas de televisión para mantener en antena o quitar un programa. Pero si son públicas, financiadas con nuestros impuestos, responden además a otro tipo de motivaciones como el interés general o su capacidad de deleitar a los espectadores elevando su nivel educativo. Por eso me parece inaceptable que el nuevo director de Telemadrid, Manuel Soriano, especialista en purgas y defunciones de medios de comunicación, como en su día El Independiente (qué cruz llevamos los independientes), haya decidido fulminar sin contemplaciones el programa de sexo que presentaba Lorena Berdún con sabiduría, gracia y sensatez: Me lo dices o me lo cuentas. Un éxito por donde lo miraras. De audiencia, porque le sobraba en esa franja tardía, y era agradecida y muy fiel. Premiado, porque ganó el Ondas y estuvo nominado nada menos que para un Emy, es decir, con prestigio internacional. De notoria utilidad social y en un horario que no perturbaba la presunta inocencia de nuestros niños, maleados de la mañana a la noche por programas infinitamente más obscenos, inquisitoriales y degradantes. Soriano podrá esgrimir los argumentos que más convengan a su recién iniciada gestión, como de elefante en una cacharrería, pero no se nos escape que estamos ante un acto de censura guiado por una moral católica que cercena el espíritu y la letra de nuestras libertades, contradiciendo la pluralidad social que consagra la Constitución. Una cadena pública (y nunca fue más apropiada la palabra cadena para nombrar un canal televisivo) debe emitir de todo, en lugar de suprimir lo que funciona. Cada vez más gente reclama transparencia, debate, entretenimiento divulgativo. A Lorena, que se ha ganado a pulso estar en primera línea por su talento para abordar el sexo como si tal cosa, con una espontaneidad jamás fingida, de espléndida comunicadora, muy por delante de la adusta solemnidad de Elena Ochoa, o lo que es igual, sin perversión, con sentido del humor y un buen rollo que te cagas. Acudí al programa de despedida con mis compañeros sexulianos Vampirella, Alberto Comesaña, Mili Hernández y Santiago Pazos. A Lorena se le saltaban las lágrimas. Pero tenía de su parte nuestro calor incondicional, el de su productora, el de su magnífico equipo, el de su encantadora familia, el de su desinhibido público y naturalmente el calor de sus rendidos espectadores.

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