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ARTÍCULOS DE "EL MUNDO". Sábado 20 de marzo de 2004

El Mundo / M2 / Corazón de Madrid / Viva la vida

El preestreno de "La mala educación" fue uno de los actos más repugnantes de la persecucón contra el director manchego / Se desató contra él la maldita homofobia que envenena incluso a personas cultas / Pese a todo, hay motivos para la esperanza

QUE TERMINE LA CAZA DE ALMODÓVAR

Leopoldo Alas
El jueves se estrenó La mala educación, la nueva y magnífica película de Almodóvar. Poco antes, había salido en televisión pidiendo excusas a los votantes del PP por haberse hecho eco del extendido rumor sobre una supuesta intentona involucionista del Gobierno saliente. No sirvió de nada. A las puertas del Palacio de la Música, se agolpaba una masa vociferante (señoras, pijos, agitadores infiltrados, cachorros de una ultraderecha otra vez visible) que insultaba a gritos al director ausente y a los espectadores que sacamos nuestra entrada para ver la película, en un estreno sin caras famosas (sí vi a Fele Martínez) que se convirtió en un acto de adhesión ciudadana a Pedro ante uno de los episodios más repugnantes de la caza desatada contra él en los últimos días. Si en efecto el rumor era falso, ¿por qué les enfurece tanto? ¿Por qué se querella Rajoy contra él? ¿No hubiera bastado con desmentirlo? Como admirador y amigo de Almodóvar, me siento herido por los gritos de esa masa cegada por la ira, en un episodio que a Carlos Borsani le recordó los ataques de lo guerreros de Cristo Rey en la Transición y que a mí me trasladó más lejos, a los años de Novecento. En las pancartas se leía “Almodóvar a la cárcel”. Le gritaban “hijo de puta”. A los que entrábamos en el cine nos tiraban huevos y nos insultaban. Gritaban: “Los artistas sois los fascistas”, “devuelve los Oscar, que son americanos”, “has entrado por detrás, como te gusta más”. Y en la manifestación en Génova de adhesión a los derrotados, hubo pancartas que decían: “Almodóvar maricón”. ¡Le estaban esperando! Se desató contra él la arraigada y maldita homofobia que envenena incluso a personas cultas como mi querida Carmen Rigalt, que ese día escribió aquí: “Los excesos de Almodóvar son bien vistos cuando se ciñe al mundo de los travestis, no cuando se refieren a la política”. Como si todo su cine no fuera un alegato político por la libertad y la autonomía moral, empezando por la de las mujeres y siguiendo por la de nosotros los gays y por la de las denostadas transexuales, todas las víctimas de un machismo asfixiante que se resiste, violentamente si es necesario, a perder su hegemonía. El cambio político agita viejos fantasmas que, en un guerracivilismo de opereta, envenenan nuestra convivencia, golpeada por el terror y por las dificultades del PP para aceptar su derrota con fair play. La libertad y la soberanía popular no se discuten. Pero a pesar de todo, hay motivos para la esperanza. La vieja Europa empieza a sacudirse las telarañas en Madrid. Alguien comparaba a Zapatero con Buster Keaton, situado justo debajo de la puerta cuando la fachada del edificio se le viene encima. Nos ha pedido a todos humildad, a los que se van y a los que llegan. Dejemos que gobierne el hombre tranquilo. Por el bien de todos. Y viva Almodóvar.

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